Regla 3-30-300: resiliencia urbana
Los bosques urbanos proporcionan una amplia gama de beneficios ecosistémicos esenciales para la vida urbana. Los retos mundiales actuales, como el cambio climático, la degradación del medio ambiente y la pandemia del COVID-19, han dado lugar a una mayor concienciación sobre la importancia de los árboles y los espacios verdes urbanos.
En muchas ciudades, gobiernos nacionales y organizaciones internacionales, buscan directrices específicas para desarrollar con éxito programas de silvicultura urbana. Lo cual, resulta complejo y no excepto de errores por generalizar cualquier estrategia, tanto en cuanto, cada ciudad es diferente, lo que dificulta el establecimiento de objetivos transferibles a distintos contextos y entornos para, por ejemplo, la cubierta forestal urbana.
Sin embargo, el estado actual de la investigación y la práctica, la urgencia de reverdecer nuestras ciudades y barrios, y la necesidad de orientación para los responsables de la toma de decisiones, el Dr. Cecil Konijnendijk (Nature Based Solutions Institute), ha propuesto una regla empírica para la silvicultura urbana y el reverdecimiento urbano: 3-30-300.
Figura: Regla 3-30-300. Fuente: Guía de urbanización sostenible en el marco del cambio climático
Esta regla se centra en las contribuciones cruciales de los bosques urbanos y otras formas de naturaleza urbana a nuestra salud y bienestar basado en evidencias que relacionan las distancias desde los hogares y los lugares de trabajo, así como la densidad de la cubierta verde. Según una investigación hecha por ISGlobal en Barcelona, más espacios verdes se asocia con una mejor salud mental y también puede ayudar a disminuir el consumo de medicamentos.
3 árboles por hogar
La primera regla es que cada ciudadano debe poder ver al menos tres árboles (de un tamaño decente) desde su casa. Investigaciones recientes demuestran la importancia del verde cercano, especialmente visible, para la salud mental y el bienestar. Durante la pandemia de COVID-19, las personas se han visto a menudo obligadas a permanecer en sus casas o en sus vecindarios directos, lo que da aún más importancia a los árboles cercanos y a otras zonas verdes en jardines y a lo largo de las calles.
El municipio danés de Frederiksberg tiene una política de arbolado urbano que exige que cada ciudadano vea al menos un árbol desde su casa o piso. Deberíamos ir un paso más allá.
30% de cubierta arbórea en todos los barrios
Diversos estudios han demostrado que existe una relación entre la cubierta forestal urbana y, por ejemplo, la refrigeración (-1 a -2ºC), la mejora del microclima, la salud mental y física, y posiblemente también la reducción de la contaminación atmosférica y acústica. Al crear barrios más frondosos, también animamos a la gente a pasar más tiempo al aire libre y a relacionarse con su vecindario (lo que a su vez fomenta la salud social).
Muchas de las ciudades más ambiciosas del mundo en materia de ecologización, como Barcelona, Bristol, Canberra, Seattle y Vancouver, se han fijado el objetivo de alcanzar una cubierta vegetal del 30%. A nivel de barrio, el 30% debería ser un mínimo, y las ciudades deberían esforzarse por alcanzar una cubierta de copas aún mayor cuando sea posible. Allí donde sea difícil que los árboles crezcan y prosperen, por ejemplo en climas áridos, el objetivo debería ser un 30% de vegetación.
300 metros del parque o espacio verde más cercano
Muchos estudios han destacado la importancia de la proximidad y el fácil acceso a espacios verdes de alta calidad que puedan utilizarse para el ocio. A menudo se menciona un paseo seguro de 5 minutos o de 10 minutos. La Oficina Regional Europea de la Organización Mundial de la Salud recomienda una distancia máxima de 300 metros al espacio verde más cercano (de al menos 1 hectárea). Esto fomenta el uso recreativo de los espacios verdes, con repercusiones tanto en la salud física como mental. Por supuesto, será importante trabajar con el contexto local, ya que las necesidades de, por ejemplo, las zonas suburbanas de menor densidad serán diferentes de las de las zonas urbanas más densas. Pero también aquí hay que esforzarse por proporcionar acceso a espacios verdes urbanos de alta calidad, por ejemplo, en forma de espacios verdes lineales que sirvan de corredores ciclistas y senderos para caminar.
En definitiva, la regla 3-30-300 busca integrar más naturaleza en los entornos urbanos.
Conoce como la regla 3-30-300 se va implementado en ciudades alrededor del mundo, haciendo clic aquí Global – The Threes Rule. En España, la Federación de Municipios y Provincias aprobó la 'Declaración de Viladecans 3-30-300' en octubre de 2022. La declaración se concreta en un manifiesto a través del cual los municipios se comprometen en trabajar para conseguir unas ciudades verdes en menos de 8 años e impulsar un modelo urbano en el que "la ciudadanía pueda disponer, como mínimo, de 3 árboles visibles desde sus domicilios; el municipio tenga al menos un 30% de masa arbórea en su territorio; y que los vecinos dispongan de un espacio verde de calidad y accesible a una distancia menor de 300 metros de su vivienda o equivalente a menos de 5 minutos andando".
En resumen
Aunque las situaciones siempre serán complejas y diferentes, y las directrices 3-30-300 no están escritas en piedra, la bondad de la regla vendrá de ahondar en investigaciones que ayuden a mejorar su adaptación en la singularidades de cada ciudad y, con ello, convirtiéndolas en más verdes y por ende más saludables para sus ciudadanos. Tanto en cuanto, en suelo urbano, las posibilidades para introducir vegetación son más limitadas. El tejido urbano ya se encuentra ordenado por lo que seguramente la regla 3-30-300 sea más una meta para alcanzar que una regla a cumplir.