Plantas autóctonas y alóctonas en el arbolado urbano: Resiliencia urbana y biodiversidad
En un contexto de urbanización acelerada y cambio climático, las ciudades enfrentan enormes desafíos relacionados con el mantenimiento de la biodiversidad, la adaptación al cambio climático y la mejora de la calidad de vida. El arbolado urbano juega un papel fundamental en estos objetivos. La selección adecuada de especies para proyectos de arbolado puede mejorar la resiliencia urbana, reducir las islas de calor, promover la biodiversidad y crear paisajes más sostenibles.
La gestión del arbolado urbano se enfrenta a decisiones complejas: elegir entre especies autóctonas (o especies nativas) que refuercen los ecosistemas locales o incorporar especies alóctonas (o especies exóticas) para abordar desafíos específicos, como la resistencia a enfermedades o la adaptación a suelos pobres, así como equilibrar las necesidades estéticas y sociales. En este sentido, la decisión entre especies autóctonas y alóctonas, o ambas, puede determinar el éxito o fracaso de un proyecto de revegetación.
Fotografía de Ives Winzy
Importancia de las especies autóctonas en el arbolado urbano
Las especies autóctonas son aquellas que han evolucionado en una región específica y están adaptadas a sus condiciones climáticas, edáficas y ecológicas. En el contexto urbano, estas especies ofrecen numerosos beneficios:
Promoción de la biodiversidad local: Las plantas autóctonas atraen y sustentan fauna local, como aves, insectos y polinizadores.
Adaptación climática: Al estar adaptadas al clima local, requieren menos recursos para su mantenimiento, como agua o fertilizantes.
Estabilidad ecológica: Reducen el riesgo de propagación de enfermedades y plagas, ya que han coevolucionado con los ecosistemas locales.
Un estudio de la revista Urban Forestry & Urban Greening (2020) destacó que el uso de especies autóctonas mejora la conectividad ecológica en paisajes urbanos fragmentados. Además, su uso puede fortalecer los valores culturales y estéticos de las comunidades locales.
Rol de las especies alóctonas en entornos urbanos
Las especies alóctonas hace referencia a aquellas especies vegetales que no son nativas de un área determinada, es decir, pertenecen a otra región fitogeográfica y se introducen deliberadamente, a menudo por su valor ornamental o funcional. Las especies alóctonas se pueden dividir en cuatro categorías en función de su grado de naturalización:
- Casuales, pueden llegar a reproducirse pero no forman poblaciones estables.
- Naturalizadas, mantienen poblaciones durante varias generaciones de al menos 10 años, sin la intervención directa del hombre.
- Invasoras, son plantas naturalizadas que producen un gran número de nuevos individuos reproductores a cierta distancia de los parentales y tienen el potencial para propagarse en una gran área.
- Transformadoras, son plantas invasoras que producen cambios en el carácter, condición, forma o naturaleza de los ecosistemas en un área significativa en relación con la extensión de ese ecosistema.
Aunque pueden plantear riesgos, como la potencial invasividad, también ofrecen ventajas clave:
Adaptación a condiciones adversas: Algunas especies alóctonas prosperan en entornos urbanos con suelos compactados, contaminación o escasez de agua.
Diversificación de paisajes: Contribuyen a la estética y diversidad paisajística de las ciudades.
Mitigación de riesgos ecológicos: Pueden actuar como una solución temporal en caso de plagas o enfermedades que afecten a las especies locales.
Según un estudio publicado en Landscape and Urban Planning (2019), las especies alóctonas como el Platanus x hispanica han demostrado un rendimiento sobresaliente en ambientes urbanos con alta contaminación del aire, lo que las hace útiles en avenidas transitadas.
"Todas las especies autóctonas han sido alóctonas alguna vez, los naranjos los trajeron los árabes a la península", Marino Sánchez, jefe de arbolado del Real Jardín Botánico (RJB) del CSIC y profesor del máster "Arboricultura y gestión del bosque urbano" de la Universidad Complutense
Factores clave en la selección de especies
La elección entre plantas autóctonas y alóctonas debe basarse en una evaluación integral que considere una variedad de criterios específicos para garantizar la sostenibilidad y el éxito del proyecto de arborización urbana. Lo cual, implica analizar de manera detallada los siguientes aspectos:
Objetivos del proyecto: Definir si el enfoque principal es la biodiversidad, la adaptación climática, el embellecimiento del paisaje o una combinación de estos objetivos.
Condiciones climáticas y edáficas: Determinar la compatibilidad de las especies con el clima local, las temperaturas extremas, y las características del suelo, como la textura, el pH y la disponibilidad de nutrientes. Esto puede incluir el uso de modelos climáticos y análisis de suelos para prever el rendimiento de las especies seleccionadas sean autóctonas o en su defecto aclimatadas al lugar.
Tolerancia a la sequía: Evaluar la capacidad de las especies para prosperar con bajos requerimientos hídricos, lo cual es crucial en ciudades con problemas de escasez de agua.
Capacidad de captura de carbono: Identificar las especies que tienen una alta tasa de fijación de carbono para maximizar los beneficios de mitigación climática del arbolado urbano.
Compatibilidad con la fauna local: Favorecer especies que sirvan como hábitats o fuentes de alimento para la biodiversidad urbana, incluyendo polinizadores, aves y otros organismos.
Mantenimiento: Favorecer especies resistentes a plagas y enfermedades, a las condiciones urbanas y sobre todo viarias, como la contaminación atmosférica.
Propiedades biológicas: Especies sin fructificaciones molestas, no alergénicas, sin espinas en las zonas de fácil acceso, de madera resistente, no quebradiza, con sistemas radiculares no agresivos y no invasores.
Riesgos ecológicos: Evaluar el potencial de las especies alóctonas para convertirse en invasoras.
- Participación comunitaria: Incluir la opinión y perspectivas de los vecinos para garantizar la aceptación social del proyecto y fomentar su mantenimiento a largo plazo.
Ejemplos exitosos de planes de arbolado urbano
Forestación Urbana de Nairobi, Kenia: Este programa utiliza especies autóctonas como Croton megalocarpus y Warburgia ugandensis, seleccionadas por su capacidad para mejorar la biodiversidad local y restaurar el equilibrio ecológico. Además, se integran especies alóctonas como Grevillea robusta, apreciadas por su rápido crecimiento y adaptabilidad a suelos degradados. Los estudios de impacto ambiental realizados antes de la implementación destacaron la compatibilidad de estas especies con el clima semiárido de la región, utilizando mapas climáticos para prever su rendimiento y análisis de suelo para determinar su adecuación nutricional. A largo plazo, el proyecto ha mostrado un aumento significativo en la cobertura arbórea y una reducción del 15% en la contaminación del aire en áreas urbanas clave. para reforzar los ecosistemas locales, combinado con alóctonas como Grevillea robusta para maximizar la cobertura arbórea en un entorno de rápido crecimiento urbano. Estudios a largo plazo destacan un impacto positivo en la reducción de la contaminación del aire y un aumento en la participación comunitaria en actividades de reforestación.
Proyecto del "Bosque Urbano" en Curitiba, Brasil: Este programa combina especies autóctonas como Araucaria angustifolia (pino Paraná), reconocida por su importancia ecológica y cultural, con alóctonas como Ligustrum lucidum (aligustre) para maximizar los servicios ecosistémicos. Se ha documentado un aumento del 30% en la biodiversidad de aves locales y una mejora en la calidad del aire urbano. Evaluaciones a largo plazo destacan la sostenibilidad del proyecto, atribuida a la selección cuidadosa de especies adaptadas a las condiciones climáticas y edáficas locales.
Proyecto de Recuperación del Río Manzanares, Madrid: Este proyecto ha restaurado el hábitat ribereño utilizando una combinación de especies autóctonas como Populus alba (álamo blanco) y Salix alba (sauce blanco) junto con especies alóctonas ornamentales seleccionadas por su baja necesidad de mantenimiento. Las evaluaciones han demostrado una mejora notable en la biodiversidad, con un aumento del 25% en la población de aves locales en los primeros cinco años.
Plan Verde de Melbourne, Australia: Este plan prioriza el uso de especies autóctonas para aumentar la conectividad ecológica y mejorar los hábitats para especies locales. Además, se integra con estrategias de gestión de agua pluvial, aumentando la resiliencia climática. Entre las especies seleccionadas se encuentran Eucalyptus melliodora (goma de corteza amarilla), que proporciona hábitats para aves nectarívoras, y Acacia dealbata (mimosa plateada), que fomenta la regeneración del suelo. Estas plantas autóctonas mejoran significativamente la conectividad entre corredores verdes y fortalecen la resiliencia frente a condiciones climáticas extremas. Para equilibrar las necesidades paisajísticas y funcionales, también se incluyen especies alóctonas no invasoras como Ulmus parvifolia (olmo chino), elegidas por su resistencia a enfermedades y su aporte ornamental.
El "Bosque Miyawaki" en Pune, India: Este proyecto combina especies autóctonas como Azadirachta indica (árbol de neem) con alóctonas no invasoras como Delonix regia (flamboyán). Esta mezcla estratégica ha logrado tasas de crecimiento acelerado y ha transformado terrenos baldíos en ecosistemas urbanos robustos. Evaluaciones a cinco años destacan un incremento del 40% en la biodiversidad del área.
Red de Parques Lineales, Ciudad de México: Este proyecto ha transformado avenidas principales en corredores verdes utilizando especies autóctonas como Liquidambar styraciflua (árbol de liquidámbar) junto con alóctonas adaptadas como Jacaranda mimosifolia. A una década de su implementación, los datos muestran un incremento del 35% en la captación de carbono y una reducción significativa del ruido urbano.
Revitalización del Río Besòs, Barcelona, España: En este caso, se emplearon especies autóctonas como Fraxinus angustifolia (fresno de hoja estrecha) y Ulmus minor (olmo común), combinadas con alóctonas como Platanus x hispanica para crear un entorno resiliente y estéticamente atractivo. Este enfoque ha resultado en un aumento de la biodiversidad acuática y una mejora notable en la calidad del agua.
En resumen
El arbolado urbano, conformado por una combinación estratégica de plantas autóctonas y alóctonas, es una herramienta poderosa para mejorar la resiliencia urbana, proteger la biodiversidad y hacer frente a los desafíos del cambio climático. Las decisiones sobre qué especies plantar deben basarse en evidencia científica actualizada, considerando las condiciones locales y los objetivos del proyecto. Por tal motivo, la dicotomía entre especies autóctonas y alóctonas no debe abordarse de manera excluyente. Más bien, una planificación integrada que aproveche las fortalezas de ambas categorías puede ofrecer soluciones más sostenibles y funcionales.
Es crucial priorizar el uso de especies autóctonas siempre que sea posible, complementándolas con alóctonas cuidadosamente seleccionadas para suplir necesidades específicas. Los casos de éxito mencionados demuestran que es posible equilibrar la sostenibilidad ecológica con las necesidades urbanas. Al integrar especies autóctonas para reforzar los ecosistemas locales y especies alóctonas para abordar necesidades específicas, las ciudades pueden transformarse en espacios más verdes, resilientes y habitables. Este enfoque es clave para un futuro urbano más sostenible y biodiverso.
En definitiva, el futuro del arbolado urbano dependerá de políticas informadas, basadas en la evidencia científica más reciente y adaptadas a las particularidades de cada región. Esto permitirá crear ciudades más verdes, resilientes y habitables.
Referencias
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